domingo, 20 de enero de 2013

Velocidades

Recibo un sobre desde Grecia. Lo abro con alegría pensando que algún amigo mío me escribe, pero solo encuentro un boletín color sepia. Parece poesía, pero todo está escrito en griego y no entiendo nada. De repente veo mi nombre firmando la poesía que va en la portada y caigo en la cuenta de por qué lo he recibido. No entiendo ni una sola palabra, porque mis viajes a mi querida Grecia no me han hecho posible aprender griego. No obstante, me hace una enorme ilusión ver que mi poema lo leerá un grupo de lectores griegos. Las imágenes me gustan. Son transgresoras y comprometidas. Voy a su web y veo que hay infinidad de fotografías rompedoras y transgresoras que nos dibujan el lado de la cultura griega menos publicitada. LLamo a mi amigo Kostas Pappayanis -porque por fin en los créditos doy con el culpable de ver mi poesía en este boletín poético-. Hablamos en inglés y alcanzo a entender, puesto que mi inglés es peor que el suyo, que lo único que les queda a los intelectuales griegos para sobrevivir en este mundo que se les está desmororando, es agarrarse a la cultura y a la poesía, sin estereotipos ni corrientes impuestas por lo que dicta el mercado literario. Me explica que este boletín nace de la mano de un grupo de intelectuales griegos que intentan buscar su propio espacio e identidad. Se reúnen en un bar, hablan de lo divino y de lo humano, organizan tertulias poéticas, e intentan sobrevivir agarrándose a la cultura. ¡Ánimo amigos, que seguro que de esta saldremos! Y, enhorabuena por vuestra iniciativa.