Estos días he leído en la prensa que en Guatemala se ha dictado la primera condena por desapariciones forzadas cometidas durante la guerra civil que vivió el país entre los años 1960 y 1996 (ver recorte). Para los que no lo sepan, cerca de 250.000 personas, la mayor parte de ellas indígenas, fueron asesinadas durante la guerra civil guatemalteca. Se calcula que 45.000 de ellas fueron forzadas a desaparecer.
Hace unos años tuve ocasión de conocer de cerca la pobreza y la falta de recursos de los indígenas que viven en las aldeas del departamento del Alto Verapaz (la zona más pobre de todo el país), en donde, la Asociación Las Conchas (de Cádiz - España) está realizando un excelente trabajo de cooperación. La cruz de la fotografía está situada en una cumbre y , aunque parece no decir mucho, tiene inscritos los nombres de muchos de los indígenas que murieron durante los años del genocidio. Me impresionaron las palabras de un joven que nos acompañaba y que buscaba los nombres de sus padres. Nunca había estado en este lugar a pesar de que vive a pocos kilómetros de allí. Recordaba vagamente como de pequeño tuvieron que salir corriendo de la aldea y abandonarla por la noche porque los militares venían a quemarla. Nunca más volvió a ver a sus padres. Después de un largo rato, por fin encontró los nombres en una de las placas. Los señaló con una sonrisa en la boca...
Por su sonrisa y por la de muchos otros que siguen recordando a sus familiares y amigos desaparecidos, hoy me he alegrado al leer que ya se está empezando a hacer justicia.
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